El verdadero valor de la justicia
William Alfaro, periodista
El Diario de Hoy
Miguel y sus compañeros atendieron la radio. La emergencia no parecía complicada: Un caso de violencia intrafamiliar a pocos minutos de la delegación. En un punto cualquiera de San Salvador.El Diario de Hoy
Al llegar descubrió a un sujeto furibundo empeñado en darle un par de filazos con el corvo a su mujer.
La escena era dramática. Gritos de los niños y la mujer, quien intentaba defenderse de su marido, mientras los ojos curiosos de los vecinos esperaban el desenlace.
El agente mandó a guardar la calma, pero el orate le respondió con una sarta de insultos.
Miguel tuvo que sacar su arma, una Smith & Wesson 9 milímetros, al observar que el hombre se acercaba amenazante. Disparó dos veces, las balas impactaron en el hombre que cayó reducido.
Esa tarde, Miguel fue arrestado por mismos compañeros y un mes después, cuando el demente murió, fue enviado a la cárcel, a cumplir una pena por asesinato.
Pasó más de seis años tras las rejas. Perdió los días más importantes de su vida. Sus hijas creciendo apaso acelerado, mientras en la prisión el tiempo se detenía asfixiando los sentimientos de Miguel.
Su mujer, con el paso de los meses lo abandonó, dejo de visitarlo, otro golpe que casi lo lleva a locura.
Lejos de todo contacto con la sociedad, el reo se refugió en “la voluntad de Dios”, en la Biblia, y en “los misterios de Dios”, al tiempo que “afuera”, una de sus hijas lo convertía en abuelo.
Miguel salió un día de tantos, se enfrentó a la ciudad, a la gente, como un hombre diferente a aquel muchacho que quería ser policía.Ahora se refugia en una de las miles de iglesias, sirve a Dios, y apenas cree en los renglones torcidos
de la Justicia.
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