lunes, 26 de noviembre de 2007

Un corsario en la horca


El Corsario Negro
(Emilio Salgari)

CAPÍTULO 1 (fragmento)

UN CORSARIO EN LA HORCA

De entre las tinieblas del mar, surgió una voz potente y metálica:

—¡Alto los de la canoa o los echo a pique!

Al oír tan amenazadoras palabras, los dos hombres que tripulaban fatigosamente una barquilla apenas visible, soltaron los remos y miraron con inquietud el algodonoso seno del mar. Tenían unos cuarenta años, y sus facciones enérgicas y angulosas aún parecían más hoscas a causa de sus enmarañadas barbas. Llevaban sobre la cabeza sombreros amplios agujereados de balas, cuyas alas parecían rotas a dentelladas; sus camisas de franelas y sus calzones estaban desgarrados, y sus pies desnudos demostraban que habían caminado por lugares fangosos. Sin embargo, sostenían pesadas pistolas, de aquellas que se usaban en los últimos años del siglo XVI.

Emilio Salgari
(Verona, 21/8/1862 - Turín, 25/4/1911)
Escritor y periodista italiano, las novelas de aventuras fueron su predilectas. Fue creador de Sandokán, novela de aventura que despertó al Che Guevara en su juventud.
Se suicidó abriéndose el vientre con un cuchillo, cerrando una serie de suicidios en su familia que incluyeron a su padre y sus dos hijos.
Algunas de sus novelas ha sido llevadas al cine como Sandokán, el tigre de Malasia y el Corsario negro. Sandokán es la que más adaptaciones al cine ha tenido.

Esta son las (supuestas) últimas líneas de Salgari:

A LOS DIRECTORES DE LOS PERIÓDICOS DE TURÍN
Vencido por todo tipo de desgracias, reducido a miseria a pesar del enorme trabajo, con mi mujer loca en el hospital, a la que no puedo pagar sus gastos, me quito la vida.

Tengo muchos admiradores en Europa y América.

Les pido señores directores, que abran una suscripción para sacar de la miseria a mis cuatro hijos y pagar los gastos de mi mujer mientras esté en el hospital.

Debería haber tenido otra situación y suerte, debido a mi nombre.

Estoy seguro que Uds., señores directores, ayudarán a mis desgraciados hijos y a mi mujer.

Con las gracias más sentidas, me despido,

Emilio Salgari.

A MIS EDITORES
A vosotros, que os habeis enriquecido con mi sudor manteniéndome a mí y a mi familia en una continua semi-miseria o algo peor, pido sólo que, en compensación de las ganancias que os he proporcionado, paguéis los gastos de mi entierro.

Os saludo rompiendo la pluma.

Emilio Salgari.

A MIS HIJOS
Queridos hijos:

Soy un vencido. La locura de vuestra madre me ha partido el corazón y todas mis fuerzas.

Yo espero que los millones de mis admiradores, a los que durante años he distraído e instruido, os saldrán al encuentro. Os dejo sólo 150 liras, más un crédito de 600 liras, que recogeréis de la señora Nusshaumar. Os dejo la dirección.

Que me entierren como pobre, ya que estoy arruinado. Manteneos buenos y honestos y pensad, en cuanto podáis, en ayudar a vuestra madre.

Os besa a todos, con el corazón sangrando, vuestro desgraciado padre.

Emilio Salgari.

Voy a morir al Valle di San Martino, junto al sitio en el que, cuando vivíamos en Via Guastella, íbamos a desayunar. Encontrarán mi cadáver en un barranco que ya conocéis, porque allí íbamos a coger flores.


Acá el intro de la serie de tv Sandokán

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