martes, 27 de noviembre de 2007

Crucifixión de Lorca a la venta

La Fundación Federico García Lorca y el Ministerio de Cultura de España optarán de forma conjunta a la subasta de un poema manuscrito del poeta, “Crucifixión”, de su obra “Poeta en Nueva York”, que tendrá lugar mañana en Sothebys, en Londres, con un precio de salida de entre 20.000 y 30.000 libras esterlinas.
Así lo ha confirmó la directora de la fundación y sobrina del poeta, Laura García Lorca, quien viajó a Madrid para concretar con el ministro de Cultura, César Antonio Molina, los términos de su colaboración.
El manuscrito es el poema “Crucifixión”, un escrito importante que lleva “muchísimos años desaparecido”, señaló Laura García Lorca.
El genio andaluz regaló el poema a su amigo canario Miguel Benítez, sin haber hecho copia, “o sea que es el único manuscrito de ese poema”, precisó Laura García Lorca.
En 1950, el manuscrito fue publicado por el poeta Agustín Miralles en la revista “Planas de Poesía”, y después pasó a manos de la familia de Miralles hasta mañana, cuando saldrá a subasta. La sobrina del poeta ha explicado que el manuscrito “está en muy mal estado, muy deteriorado, pero no deja de ser un manuscrito muy importante”.


CRUCIFIXIÓN
Federico García Lorca

La luna pudo detenerse al fin [por] la curva blanquísima de los caballos.
Un rayo de luz violeta que se escapaba de la herida
proyectó en el cielo el instante de la circuncisión de un niño muerto.
La sangre bajaba por el monte y los ángeles la buscaban,
pero los cálices eran de viento y al fin llenaba los zapatos.
Cojos perros fumaban sus pipas y un olor de cuero caliente
ponía grises los labios redondos de los que vomitaban en las esquinas.
Y llegaban largos alaridos por el Sur de la noche seca.
Era que la luna quemaba con sus bujías el falo de los caballos.
Un sastre especialista en púrpura
había encerrado a las tres santas mujeres
y les enseñaba una calavera [por] los vidrios de la ventana.
Las tres en el arrabal rodeaban a un camello blanco
que lloraba porque al alba
tenía que pasar sin remedio por el ojo de una aguja.
¡Oh Cruz! ¡Oh clavos! ¡Oh espina!
¡Oh espina clavada en el hueso hasta que se oxiden los planetas!
Como nadie volvía la cabeza, el cielo pudo desnudarse.
Entonces se oyó la gran voz y los fariseos dijeron:
Esa maldita vaca tiene las tetas llenas de leche.
La muchedumbre cerraba las puertas
y la lluvia bajaba por las calles decidida a mojar el co[razón]
mientras la tarde se puso turbia de latidos y leñadores
y la oscura ciudad agonizaba bajo el marttllo de los carpinteros.
Esa maldita vaca
tiene las tetas llenas de perdigones,
dijeron los fariseos.
Pero la sangre mojó sus pies y los espíritus inmundos
estrellaban ampollas de laguna sobre las paredes del templo.
Se supo el momento preciso de la salvación de nuestra vida
porque la luna lavó con agua
las quemaduras de los caballos
y no la niña viva que callaron en la arena.
[Entonces salieron los fríos cantando sus canciones
y las ranas encendieron sus lumbres en la doble orilla del río.]
Esa maldita vaca, maldita, maldita, maldita
no nos dejará dormir, dijeron los fariseos,
y se alejaron a sus casas por el tumulto de la calle
dando empujones a los borrachos y escupiendo sal de los sacrificios
mientras la sangre los seguía con un balido de cordero.
Fue entonces
y la tierra despertó arrojando temblorosos ríos de polilla.

Nueva York, 18 de octubre de 1929

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