lunes, 7 de noviembre de 2011

Las generaciones que exigen libertad

Acosados por la delincuencia, miles de jóvenes salvadoreños quieren sentirse libres en las calles, caminar y no vivir con miedo

Siempre o casi siempre que se habla de los jóvenes es para criticarlos, para decirles qué tienen que hacer, cómo deben vestirse, caminar, cortarse el cabello, qué música escuchar. La gran mayoría de las noticias en las que están involucrados los adolescentes son malas y muy pocas son positivas. Cualquiera está en el derecho de preguntar: “¿y acaso los jóvenes no hacen cosas buenas?”.
Casi siempre estamos incidiendo en su manera de ser. Les recomendamos que se alejen del “mosh” porque no nos gusta o no lo entendemos, censuramos sus vestimentas porque son extrañas, sin pensar qué quizá nosotros somos los anticuados, y nos preocupamos por miles de cosas más, pero como sociedad no hemos sido capaces de darles la libertad que tanto merecen y a la que tienen derecho.
Les exigimos que sean buenos ciudadanos, buenos estudiantes, que sean ejemplos de patriotas y republicanos, que se alejen de las malas compañías, que hagan un mejor país, pero les estamos entregando un estado amarrado con las cadenas del miedo, una nación secuestrada por la delincuencia y la inoperancia de las autoridades de justicia.
Aún así, los jóvenes siguen siendo jóvenes, siguen retando al miedo y a las autoridades ineficaces; salen a las calles para sentirse libres de las jaulas de metal en las que los hemos encerrado por décadas.
Los muchachos salvadoreños son tan buenos como los viejos salvadoreños, tan solidarios como sus abuelos, porque llevan en el ADN esa salvadoreñidad que todavía nos mantiene a flote. A pesar de vivir en el país más vulnerable y más violento del mundo, esos muchachos mantienen la sonrisa y el deseo de sacar adelante a esta patria abatida, siempre por la adversidad.
A esos jóvenes, tan buenos, nos debemos todos los salvadoreños que logramos vivir mejores tiempos. Nos debemos a ellos, para vuelvan todos los días a nuestras casas...