lunes, 10 de octubre de 2011

“¿Y si vamos a Cihuatán, profe?”



En este mes de despedidas las escuelas deberían plantear actividades culturales

Desde hace algunos años he observado, como padre, que las escuelas cada día se alejan más de las “actividades educativas”. No es que dejen de hacer eventos en los que participan los niños, pero no basta con bailar “El Carbonero” y “Las Cortadoras” y cantar cada semana el himno nacional.
También me preocupa que muchas escuelas insistan en las famosas excursiones a los balnearios que no visitan solamente estudiantes ni están custodiados por la policía. Dicho en otras palabras, lugares que no son educativos, no tienen ningún interés cultural y que carecen de cualquier tipo de seguridad.
Por el contrario, cuando se les pregunta a los niños si conocen sitios como Joya de Cerén, el Museo Nacional de Antropología o Cihuatán, no saben de qué se les habla o tienen una vaga idea sólo por los libros de texto, ya que estos lugares no están dentro del programa de excursiones.
Las actividades de esparcimiento fuera de la escuela, además de constituir momentos de diversión para el menor, pueden ser aprovechadas para enriquecer su conocimiento del medio y complementar de manera empírica muchos de los aprendizajes teóricos que reciben en las aulas.
Así, si se les ha hablado durante todo el año de medioambiente, arqueología, historia, geografía o economía, las experiencias en la naturaleza, en sitios históricos, en las montañas o volcanes o, incluso, en fábricas o granjas del país, les podrían proporcionar experiencias directas para aprender a valorar y comprender mejor su entorno natural y cultural.
Profesores y comités de alumnos, no tengan miedo a prescindir este año de unos chapuzones en los turicentros y anímense a vivir una experiencia única en aquellos lugares que son auténticamente nuestros.

Twitter: @Pohemia
william.alfaro@eldiariodehoy.com

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