jueves, 7 de agosto de 2008

Asalto a gas armado

Hay ocasiones que nos quejamos mil veces de las cosas que ocurren en nuestro paisito. A veces nos reímos, en otras nos indignamos con las historias de nuestros amigos, con las nuestras... Es la suma y la resta de vivir a la sombra del "semos malos", de la sinvergüenzada de los más vivos, del silencio de los tontos, del desprecio de los que tienen aferrada la manija del poder.

El martes se acabo el gas en casa, no era para alarmarse considerando que vivo en el Centro de San Salvador y que hay muchos negocios de comida, pero esa consideración fue un grave error. Por ser días de vacaciones unos estaban cerrados, y las distribuidoras de gas en zonas como San Miguelito, La Rábida y, por contactos con familiares, me enteré que tampoco había en Soyapango.

Hubo que esperar...

El miércoles por la noche la situación ya era incómoda. Había que salir a buscar por todos lados. Con Nilson, mi brother, salimos en busca de un puto tambo de gas. A él le comentaron que en Santa Marta podíamos encontrar. Llegamos pero no había Tropigas, mas en un deposito de Z-Gas lo encontramos... Desde luego, Z-Gas.

Se ha dicho por los Medios que ellos cambian los envases vacíos de Tropigas por los de Z-Gas, pero no es así. No es así a menos que la empresa, en este caso Z-Gas, lo ordene. La señora de depósito nos comentó que en esta ocasión no lo están haciendo.

El tambo de gas -sólo el gas- cuesta $5.10, pero como era necesario comprarlo con todo y envase, ahhhh, es indignante cuando yo tengo uno en mis manos, pero no es de la misma empresa, tuvimos que pagar 32 dólares. Sentí que me asaltaron. Fue un robo por parte de esta compañía y la otra que mantuvo un monopolio de años en el país y que ahora no es estricta con la distribución de su producto.

Tropigas me robó como lo hizo Z-Gas. El primero me robo la confianza de salir fuera de casa, cosa que no fue así ya que di vueltas por la ciudad, y no pude encontrar su producto mierda. La otra, ¡gran alternativa para los salvadoreños!, una empresa que se aprovecha del desabastecimiento, de la necesidad de las personas.

Cosas como estas no deberían de ocurrir en un país que se ufana de la oferta y la demanda, del buen servicio y, desde luego, de la gran sonrisa de los salvadoreños, quienes sonreímos ante todo. Por estos días estas situaciones me "roban" la sonrisa.

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