domingo, 13 de enero de 2008

La ciudad que todo lo olvida (Pequeñas palabras)


La ciudad que todo lo olvida
William Alfaro, periodista
El Diario de Hoy

Juan regresó al país después de 15 años. Se fue el 1 de enero de 1993 y regresó para ver a la familia y a los “cheros”.
Los años pasan y aquel cipote que creció en calles de Soyapango se convirtió en un hombre que habla “spanglish”, llenó su brazo izquierdo de tatuajes con palabras chinas y se comunica con su esposa hasta “LA.” a través del iPhone.

“Juancho” es un tipo a la moda, renta autos del año, se hospeda en buenos hoteles y ya no visita las playas del Majahual, ahora se “tiró” para el lado de la “Costa”. Pese a ello, la nostalgia de la juventud lo llevó a buscar en la Capital aquellos “viejos sitios donde amó la vida”.
Poco le bastó para enterarse de que la cancha en la que se realizaba el torneo “Norma Franco” ya no existe, que el Centro está atestado de ventas, basura y de los mismos autobuses viejos, sucios, ruidosos y mortales.
Recorrió las calles, observó que La Tapachulteca, aquella frente al Telégrafo, no está más,que para ingresar a algunos de los viejos almacenes hay que franquear hasta tres líneas de ventas informales: una de CD piratas, otra de carteras y mochilas, y una de cigarros contrabandeados.
La tristeza de Juan fue inmensa cuando descubrió que aquel viejo restaurante, El Pollo Loco, abierto después del terremoto del 86’, cerró hace dos meses y que la barra, en la que se exhibían los “copones” para los licuados y las frutas para los cócteles, es el escenario de una venta de ropa usada.
“No puede ser”, increpó, y pensó que la ciudad se moría como un recuerdo que se olvida poco a poco.

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