Chalate, ¿si no vende, se bota?
William Alfaro, periodista
El Diario de Hoy
En Chalatenango se terminó la alegría. La vendió Salvador Cardoza de la misma manera que la compró: En la mayor oscuridad.
Para los seguidores norteños, la manera en la que baja el equipo es lo que menos duele; muchos tenían claro que el ex diputado del PDC lo usó como recurso político para llegar a la Asamblea Legislativa en el periodo anterior y que al perder la curul en las elecciones de enero pasado, dejaría al Chalate en manos de otros, en el peor de los casos, lo vendería; pero no a los santarroseños.
Cardoza compró la categoría del Nacional 1906, puso al Chalatenango en Primera, y así integró a su circo a las famosas “vaqueritas” con los colores del PDC y logró, sin méritos propios, convertirse en “padre de la patria”.
Eso fue hace cuatro años, y ahora que el equipo no le sirve más, ni la afición que no votó por él, vende la categoría y tira a la basura lo no rentable, no sin recuperar unos cuantos dólares.
Como Cardoza, hay muchos en la Asamblea y en las sillas edilicias, que unos días son mecenas del deporte, juegan con él y la alegría de los pueblos y después, la venden.
Para los seguidores norteños, la manera en la que baja el equipo es lo que menos duele; muchos tenían claro que el ex diputado del PDC lo usó como recurso político para llegar a la Asamblea Legislativa en el periodo anterior y que al perder la curul en las elecciones de enero pasado, dejaría al Chalate en manos de otros, en el peor de los casos, lo vendería; pero no a los santarroseños.
Cardoza compró la categoría del Nacional 1906, puso al Chalatenango en Primera, y así integró a su circo a las famosas “vaqueritas” con los colores del PDC y logró, sin méritos propios, convertirse en “padre de la patria”.
Eso fue hace cuatro años, y ahora que el equipo no le sirve más, ni la afición que no votó por él, vende la categoría y tira a la basura lo no rentable, no sin recuperar unos cuantos dólares.
Como Cardoza, hay muchos en la Asamblea y en las sillas edilicias, que unos días son mecenas del deporte, juegan con él y la alegría de los pueblos y después, la venden.
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