La semana anterior realicé un viaje express a Nicaragua.
Tuve la oportunidad de reencontrarme con algunos amigos y amigas que con el paso del tiempo se han ganado un espacio en mi corazón.
Observé que viven con la misma intensidad, y que la alegría no se pierde a pesar de que no saben qué se vendrá en los próximos años.
Dejaré a los nicaragüenses que sean ellos los que mejor opinen de su pasado, presente y futuro. Como siempre, les deseo lo mejor.
Viajé para realizar un artículo para el periódico y en el camino me encontré con un sinfín de trabas, desde recomendaciones por la peligrosidad –cosa absurda considerando la criminalidad en El Salvador–, preguntas inquietantes sobre el destino del artículo y una burocracia en las instituciones del Estado sorprendente. Lo lamentable es que la gente con la que llegué a conversar, querían hacerlo, pero si no tienen autorización del ministro o “gran jefe” de su institución no lo harán, porque su cabeza podría ser servida en una bandeja.
Sé que en El Salvador ocurren cosas peores al momento de obtener alguna información. Lo sé de sobra, pero a pesar de las polémicas constantes sobre la libertad de prensa, los periodistas todavía tienen “algunas” facilidades al momento de obtener la información.
Ahora, Nicaragua siempre bella. Sigue detenida en su tiempo, con sus calles adoquinadas, con su calor intenso, sus carretas en la ciudad y con las chavalas sonrientes, hermosas. Sus “Toñas”, su rones…
Unos días antes de viajar, una amiga chilena que ya tiene varios años de vivir en ahí, me dijo que era el paraíso. Lo doy mucha razón. Con la llegada del invierno, sumada su gente, toda Nicaragua es maravillosa. Un paraíso que no se debe perder, ojalá no lo dejen perder.
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lunes, 11 de junio de 2007
Nicaragua, inquietudes y reencuentros…
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